Gracias a Silvia Fernández -Prensa y Comunicación de Roca Editorial - les dejamos a continuación una crítica a Brisingr realizada por el periodista Ricard Ruiz Garzón para El Periódico de Catalunya.
Traducciones: Jorge Rizzo y Carol Isern / Pau Bombardó, Montserrat Camps y Jordi Vidal i Tubau
Editoriales: Roca / Roca-La Galera
Páginas: 700 / 704Precio: 24 €
Tolkien de altos vuelos
Serán los hechiceros, serán las profecías, será el legado de la Tierra Media o será el incombustible aliento de Saphira, pero lo cierto es que el estadounidense Christopher Paolini (1983), el chaval de 15 años que se inventó el reino de Alagaësia para ubicar en él las trepidantes aventuras de un Jinete de Dragón, ha logrado en una década lo que pocos esperaban: erigirse en un excelente narrador. Frente a la apasionada pero titubeante Eragon, la novela que dio inicio a la saga en el 2003, y a la precipitada Eldest (2005), su continuación, la fulgurante Brisingr demuestra que la fantasía épica puede alejarse de las dragonadas y tratar con hondura y amenidad temas tan diversos como el dolor del conocimiento, la aceptación del diferente, el respeto a la vida o los mil y un modos de lidiar con las sombras.
Postergado hasta un cuarto volumen el combate final entre Eragon y el tenebroso Galbatorix, Brisingr renuncia a su anterior abuso de inacabables batallas para centrarse en pequeños pero fecundos conflictos íntimos, entre ellos los que enfrentan al Jinete con su redescubierto pasado, a su primo Roran con la disciplina militar, a la niña maldita Elva con la libertad de decidir y al conjunto de las razas enemigas de Alagaësia con la necesidad de cooperar.
Cada vez menos epígono de Tolkien y más dotado creador con sabias relecturas de El Señor de los Anillos, el Ciclo de Terramar, de Ursula K. Le Guin y las Crónicas de Belgarath, de David Eddings, el antes aprendiz Paolini aún comete errores (como pasar sin transición de una guerra feroz a una boda feliz), pero se exhibe como nunca en la madurez de sus propuestas, en el vínculo Eragon-Saphira y en sorpresas como los edulnarí o el brillante sentido final de la palabra Brisingr. Gracias a ello, la espada del nuevo maestro --"Sé onr sverdar sitja hvass!", que dirían en el idioma antiguo-- parece afilada como nunca. Su estocada final decidirá cuánto más puede refulgir.
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